La economía del transporte, debilitada por las tensiones energéticas

mars 2024

In the current context of ecological transition and potential energy supply difficulties, all sectors of the economy are concerned by the challenge of energy sobriety, encouraged in particular by the ‘energy sobriety plan’ launched by the French government in October 2022. The transport sector is particularly hard hit, and its dependence on fossil fuels is having a heavy financial impact on households. The figures suggest that we need to consider low-energy and environmentally-friendly solutions.

Contexto geopolítico y macroeconómico La crisis energética del invierno de 2023 ha sido descrita por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) como la primera crisis energética mundial del siglo XXI. Es el resultado de una combinación de factores económicos y geopolíticos a escala mundial, que han provocado tensiones en los mercados del petróleo, el gas y la electricidad en particular. Estas tensiones han provocado una subida sin precedentes del precio de los productos energéticos, que a su vez ha provocado un aumento sustancial del precio de las materias primas. Al desbordarse, la subida de los precios de las materias primas genera inflación en los productos acabados, sobre todo en la zona euro. En enero de 2022, la tasa de variación del Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) era del 6,2% en España, del 5,1% en Alemania e Italia, y del 3,3% en Francia. Un año después, en enero de 2023, estas tasas eran del 5,9%, 9,2%, 10,7% y 7%, respectivamente. En aras de la claridad, esta sección se centrará en el diagnóstico de la crisis del petróleo y su impacto en los productos energéticos derivados del petróleo, esenciales para el transporte.

En primer lugar, conviene recordar que el precio del crudo viene determinado por la interconexión entre varios factores. Estos factores pueden ser cíclicos. Están relacionados principalmente con la adecuación entre la demanda mundial de petróleo y la producción de los países productores, pero también con las tensiones geopolíticas en las regiones productoras, las políticas de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), los fenómenos naturales o climáticos y las fluctuaciones de los tipos de cambio, ya que el crudo se cotiza en dólares estadounidenses en los 3 grandes mercados mundiales: West Texas Intermediate (WTI) para el petróleo norteamericano, Brent para el petróleo del Mar del Norte y Dubai para el petróleo asiático. Sin embargo, también hay que tener en cuenta otros factores más estructurales, y que responden más bien a realidades físicas y geológicas, que explican la imposibilidad de producir una determinada cantidad de barriles más allá de un pico de extracción.

El primer factor económico que puede explicar en parte la crisis energética es la fuerte recuperación económica tras la crisis sanitaria. De hecho, la crisis sanitaria y las restricciones a los desplazamientos introducidas por diversos gobiernos provocaron inicialmente el desplome de los precios del petróleo, debido a una drástica caída de la demanda a partir de marzo de 2020, sobre todo en el sector del transporte. Más allá del transporte, el aumento de la demanda de petróleo también ha coincidido con un aumento de la demanda de materias primas en general, alimentada en parte por las medidas de estímulo económico puestas en marcha por los gobiernos de todo el mundo. En abril de 2020, el precio medio mensual del barril de crudo Brent alcanzó un mínimo histórico de 16,4 dólares, frente a los 65 dólares del año anterior. La recuperación económica posterior a la crisis ha dado lugar a una renovada demanda de productos petrolíferos, lo que ha provocado un aumento mecánico del precio.

De la dependencia del transporte de los combustibles fósiles a las consecuencias financieras

Francia, que se ha visto especialmente afectada por estas subidas de precios, es estructuralmente vulnerable a la coyuntura económica. En 2019, antes de la crisis sanitaria, el consumo de petróleo en Francia se situaba en torno a 1,6 millones de barriles diarios, de los que el 83% se destinaban al transporte, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). En 2022, el 97,7% de los 38,2 millones de coches en circulación en Francia serán de combustión: 22,4 millones, es decir el 59%, funcionarán con gasóleo, y 14,9 millones, es decir el 39%, con gasolina. Por tanto, los vehículos diésel están sobrerrepresentados en el parque francés. Sin embargo, la producción neta de gasóleo de las refinerías no satisface las necesidades locales: en 2019, ascendió a 13,1 Mtep, mientras que el consumo nacional total de gasóleo alcanzó los 27,7 millones de toneladas en el mismo año.

Como resultado, los hogares y las autoridades locales se están viendo muy afectados por la crisis, que está teniendo un impacto financiero considerable. Según el INSEE, a pesar de las medidas para limitar los precios, la inflación energética representará una pérdida media de 840 euros por hogar entre enero de 2021 y junio de 2022, es decir, el 1,6% de la renta disponible durante ese periodo. En cuanto a los entes locales, la factura energética les obliga a profundizar en sus presupuestos de funcionamiento, como muestra el siguiente gráfico. Las compras de combustible (1.100 millones de euros para el conjunto de las entidades locales) son la partida de gasto que más ha aumentado entre 2019 y 2022 (+29,5%).

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